Cómo los consumidores impactan en el bienestar animal

Los consumidores perciben el bienestar animal como un atributo que repercute en la calidad de los alimentos derivados. Pero curiosamente muchas veces no se actúa conforme a esta percepción a la hora de llenar la cesta de la compra. Podría decirse que hay una brecha entre aquello que se percibe y genera una actitud y la forma de actuar en consecuencia al adquirir los alimentos.
¿Qué impacto tienen estas cuestiones en la industria alimentaria? ¿Y en el bienestar de los animales?
Vamos a descubrirlo gracias a dos interesantes artículos que arrojan luz sobre este tema y que encontrarás referenciados al final de este post. Te desgrano sus ideas principales a continuación.
Consumidores y bienestar animal
En la sociedad actual, la preocupación por el bienestar animal (BA) ha ganado importancia en los últimos años. Existe la creencia de que el bienestar de los animales de granja debe mejorar.
Curiosamente, el nivel de conocimiento general de los ciudadanos sobre temas de bienestar en el ámbito de la ganadería es relativamente bajo.
La percepción sobre los productos de origen animal
El BA es percibido cada vez más como un atributo que se posiciona por encima de otros parámetros a tener en cuenta en los productos de consumo.
Esto se refleja en que muchos consumidores asocian los alimentos que tienen en cuenta el BA como más sanos, más auténticos, incluso más sabrosos.
¿Cómo actúa el consumidor?
Según los estudios realizados, se observa una discrepancia entre la preocupación que existente en todo lo que se refiere al BA de los animales de granja y la disposición real a pagar por esos productos más “amigables” con los animales.
En Europa, un 3 % de los consumidores estaría dispuesto a pagar incrementos superiores al 20 % en los precios para adquirir productos favorables al bienestar animal frente al 35 % que no está dispuesto a pagar más.
La responsabilidad
Los consumidores tienen en su mano una oportunidad de apoyar e impulsar el bienestar de los animales de granja. Se trata de asumir su propia responsabilidad a la hora de hacer la compra, adquiriendo los productos que certifiquen el compromiso de los mismos en esta materia.
También como ciudadanos (no tienen por qué ser consumidores) se puede contribuir apoyando la legislación favorable a las normativas que se vienen implantando en torno al BA.
Una brecha entre la actitud y el comportamiento del consumidor
Como se puede ver con las ideas de los puntos anteriores, existe una distancia entre la preocupación de la sociedad por el bienestar de los animales de granja y cómo se comporta en general a la hora de comprar los productos de origen animal. Es lo que se conoce como la brecha entre la actitud y el comportamiento del ciudadano/consumidor.
¿Se puede hacer algo para reducir esa brecha y equilibrar la distancia entre pensar y actuar? Vamos a verlo a continuación.

El concepto de "empujoncito" o nudge
Los nudge son herramientas diseñadas para insinuar o sugerir una opción más alineada con los intereses o intenciones de un individuo. Estos “empujoncitos” hacia un cambio de comportamiento tratan de simplificar el entorno donde se produce la toma de decisiones. Por poner un ejemplo sencillo, se trataría de no ubicar las bebidas azucaradas al nivel de la vista en los lineales de los supermercados, con el propósito de moderar su adquisición y consumo.
Nudge para reducir la brecha
La aplicación de nudge conductuales puede ayudar a reducir la brecha entre la actitud y el comportamiento del consumidor en lo que se refiere a bienestar animal. ¿Pero cómo?
En el artículo que cito más abajo se proponen cuatro tipos de nudge y sus aplicaciones al caso que nos ocupa. A saber:
1. Auto-empujones
Estos nudge se centran en la autorreflexión. Serán de utilidad para aquellas personas que desean actuar de manera coherente con sus valores. Un ejemplo sería la posibilidad de subscripción para la entrega a domicilio de carne con sellos de alto bienestar animal.
De esta manera el consumidor ve reforzada su identidad de “protector” del bienestar de los animales de granja al escoger esta opción, al mismo tiempo que reduce su decisión de compra porque ya la recibe en casa.
2. Arquitectura de la elección
Se trata de los “empujones” dados por la configuración de un entorno donde poder superar los diferentes sesgos que pueden estar presentes a la hora de adquirir un producto. El lugar más visible, accesible y atractivo para ubicar los productos de mayor BA sería un elemento clave para esa decisión de compra.
De esta forma se “guía” al consumidor hacia una compra con menor esfuerzo cognitivo, facilitándole toda la información y poniéndola a su alcance.
3. Las normas sociales
Son los nudge que se centran en la influencia social de lo que se perciben como normas aceptables. Por ejemplo, una campaña publicitaria con un lema que refleja que los productos de mayor BA son los más consumidos y aceptados influye en la decisión de compra.
Se percibe como lo que una opción validada por la mayoría, lo que nos empuja a pertenecer a ese grupo de personas que hacen las cosas bien.
4. Los compromisos previos
Cuando hay un compromiso previo nos vemos motivados para cumplir las expectativas y nos involucremos más en actuar de cierta manera. Un ejemplo sería animar a los consumidores a declarar su intención de consumir productos respetuosos con el BA en una fecha o periodo de tiempo. Serviría para una campaña en redes sociales, etc. De esta forma el consumidor se implica y cumple, fiel a su propia coherencia.
Puedes ampliar estos planteamientos consultando los siguientes artículos en los que está basado este texto que he compartido contigo: Consumers Concerns and Perceptions of Farm Animal Welfare, Marta E. Alonso el al. y Reducing the Consumer Attitude–Behaviour Gap in Animal Welfare: The Potential Role of ‘Nudges’, Belinda Vigors.
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